miércoles, 15 de agosto de 2012

HOJAS DE TALLER

Los siguientes relatos nacieron de un ejercicio de escritura realizado con algunos estudiantes del grado 7-02 de la Institución Educativa Manuel José Sierra, con quienes se está desarrollando actualmente uno de los talleres literarios del Proyecto Literardota y Otras Letras. El ejercicio consistía en tomar como partida los dos primeros párrafos del relato Míster Taylor, de Augusto Monterroso, para reelaborar el resto de la historia según las posibilidades imaginativas de cada uno de los talleristas. A continuación presentamos dos ejemplos de este ejercicio que, si bien no constituyen textos completamente logrados, permiten percibir en algunos casos una bella y auténtica sensibilidad artística, así como ciertos recursos narrativos que sorprenden por su espontaneidad y originalidad. Estos textos son pues muestras de esas fértiles semillas que están comenzando a germinar en estos niños escritores.

Tallerista Santiago Duque




—Menos rara, aunque sin duda más ejemplar —dijo entonces el otro—, es la historia de Mr. Percy Taylor, cazador de cabezas en la selva amazónica. 
(…) En 1944 aparece por primera vez en América del Sur, en la región del Amazonas, conviviendo con los indígenas de una tribu cuyo nombre no hace falta recordar.

Pues no le sabemos el nombre. El Mr. Percy Taylor es una gran persona, a quien le encanta la naturaleza, por ello corta cabezas de animales que le gustan, por su belleza.

Un día, en su avioneta, fue a la selva amazónica, en la cual hay gran variedad de animales, y vio algo hermosísimo: un cachorro de pantera negra amazónica que tenía ojos azules como el cielo, y el Mr. Percy Taylor, encantado por su hermosura, lo quiso cazar, pero no se acordó que todo animal tiene una madre y la madre pantera lo espantó.

El Mr. Percy Taylor se dijo a sí mismo: “He llegado a una bancarrota”. La bancarrota se dio porque unos ladrones robaron sus pertenencias. Tenía que conseguir dinero como fuera y, bueno, pensó en lo que podría hacer por un buen rato, pues conocía muchas ciudades y paisajes de las tierras caribeñas y amazónicas. Unos piratas le ofrecieron trabajo como marinero y él lo aceptó y fue consejero del capitán, a quien le servía para orientarlo. El Mr. Percy Taylor consiguió mucho más dinero de lo que pensaba y quiso seguir trabajando en el barco. El capitán recibió información del tesoro más grande del Amazonas. Era un tesoro repleto de oro. El capitán le informó a sus marineros sobre esto y recibió un mapa extraño, que nadie era capaz de descifrar, pero Mr. Percy Taylor lo hizo: era un camino rápido para encontrar el tesoro.

Estos piratas lo ubicaron y viajaron hasta allí, traspasando grandes obstáculos en el río. Si alguien descifraba el acertijo que encerraba el misterio del tesoro, ése tendría la protección hasta la muerte. Esto nadie lo hizo, ni siquiera el capitán. El acertijo era esto: “Es algo más poderoso y bello que el oro”. El Mr. Percy Taylor pensó y repensó en lo que era más poderoso que tener el más regio de los poderes y se dio cuenta de que esto era el amor. Lo descubrió y se volvió el hombre más protegido y humilde y honrado de todo el mundo.


Dilan Esteban Castrillón Isaza
Institución Educativa Manuel José Sierra, 7-02



—Menos rara, aunque sin duda más ejemplar —dijo entonces el otro—, es la historia de Mr. Percy Taylor, cazador de cabezas en la selva amazónica.
(…) En 1944 aparece por primera vez en América del Sur, en la región del Amazonas, conviviendo con los indígenas de una tribu cuyo nombre no hace falta recordar.

Pasaron años de convivir en la tribu; desde entonces él decidió ir a otro lugar cercano donde le quedaba fácil desplazarse.

Pasaron seis meses antes de llegar a la costa Pacífica, donde Mr. Percy Taylor cazó miles de cabezas de personas y animales. La gente empezó a tener miedo y dejó de salir en la noche, porque se decía que el cazador atacaba después de las 8 p.m.

Él se dio cuenta de que la gente se estaba yendo de la costa, y decidió ir a Antioquia. Yo, siendo el gobernador del Chocó y el representante de toda la costa Pacífica, me reuní con el señor Estiven Correal, presidente de Colombia, advirtiéndole que había un cazador.

El presidente no me creyó; él mismo me destituyó de mi cargo de gobernador. Después le mataron a su hija, cortándole la cabeza, y se acordó de mí y fue a buscarme y me dijo: “Oye, es verdad lo que me dijiste. Quiero que me cuentes sobre el cazador de cabezas”. Entonces le conté. Esa noche me dijo que me quedara en su casa. Y como a las 8 pm el cazador llegó por la cabeza del presidente.

El cazador se sintió presionado por mí, porque yo sabía todo sobre él. Tres horas antes habían hecho una misa y le pregunté al presidente si tenía agua bendita de la misa; él me dijo que sí, y yo le dije que le tirara al cazador en el corazón o en la cara. Así lo hizo el presidente, y el cazador murió. El presidente me pidió ser el vicepresidente de Colombia, y todos pudieron rehacer sus vidas.

Daniel Rivera González
Institución Educativa Manuel José Sierra, 7-02
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