jueves, 2 de agosto de 2012

MARIPOSAS



Desde el momento en que nacemos, quizá desde antes, estamos atados a millones de diminutas cadenas, tan numerosas que no existe un movimiento tan insignificante como para no tirar de al menos una de ellas. Con el mero hecho de estar vivos nos hacemos inconscientemente  responsables de miles de cambios que son detonados con tan sólo un movimiento, una palabra, un suspiro o un sólo batir de nuestras alas. Así es, no necesitas ser una persona para desatar una serie interminable de cambios… ¡Es más! Una vez oí de una mariposa que con un sólo aleteo logró aburrir a un grupo entero de personas… ¿Cómo?

Hace unos cien o quizá doscientos años en alguna vereda del municipio de San Pedro el pequeño Federico y su tía Catarina estaban volviendo a su finca tras haber hecho el recado que se les encomendó. Justo ahí estaba esa pequeña mariposa, la misma que captaría la atención del pequeño Federico quien continuaría su camino después de haber observado a la mariposa por unos segundos, eso si la mariposa no hubiese aleteado, sujetando la atención del niño por unos cuatro o cinco segundos más. De no haber sido así el pequeño Federico hubiese seguido caminando, y de esta manera cuando su tía Catarina mirara hacia atrás lo vería avanzando hacia ella, no estático y con toda su atención puesta en una pequeña mariposa, lo que causaría que la tía Catarina gritara el nombre de Federico con el fin de llamar su atención. Grito que sería escuchado por el vil vagabundo que por los lares deambulaba, el cual, viendo en las manos de la tía Catarina unos alimentos sencillos de robar, avanzaría con su oxidada navaja hacia la desprevenida mujer, a lo que Federico reaccionaría lanzando al vagabundo una roca, acto que alteraría al insano vagabundo al punto de querer terminar con la vida del pequeño, asestando justo en su débil pecho con su arma precaria, luego huyendo con lo robado y dejando a la tía Catarina con el ya casi cadáver del niño.

Días después se sabría del encarcelamiento y posterior suicidio del vil vagabundo, noticia que no sería inadvertida por sus padres biológicos, quienes a pesar de no haber impedido su partida del hogar siempre esperaron su regreso. Asediada por la depresión la pareja acudiría al consejero del pueblo quien les recomendaría dar a luz a un nuevo hijo, consejo que acatarían sin la esperanza de olvidar su dolor, pero sí con la ilusión de dar un poco de color a sus vidas…

Tuvieron un saludable hijo: Fernando, quien crecería sano y amigable. Por allá, a eso de sus dieciséis años, Fernando presentaría su amiga Ángela a su mejor amigo Raúl, quienes serían pareja por un poco más de dos años. La pareja se disolvería en el momento en que Ángela se cansara de Raúl, quien lleno tanto de ira como de licor acudiría a un cabaret, donde sería Andrea la insípida prostituta que saldría por esa cortina…

Fruto de esa noche de estupideces nacería un desgraciado niño que nunca conocería a sus padres biológicos, problema que le dejaría de asediar en el momento en que Javier y Melisa lo tomaran del hogar de adopción, lo nombraran Martin y lo convirtieran en un niño digno de su orgullo. Martín sería un talentoso pero no bien reconocido artista, su talento inspiraría a su gran amigo Epifanio quien abriría su corazón a la música tras ver lo bien que su compañero Martín lo hacía. Partiendo de esta inspiración Epifanio llegaría tan lejos que terminaría escribiendo nada menos que el himno antioqueño, himno que sería escuchado por el joven Julián Zuleta en el acto cívico del día de la independencia en su colegio.

Julián era un joven travieso, razón por la cual ridiculizaría este himno a cambio de escuchar algunas sonrisas a su alrededor, acto que su coordinadora pudo advertir, castigando al joven Julián con unas planas a la hora de la salida, labor que a Julián le tomaría entre veinticinco y treinta minutos, tiempo que su padre hubiese esperado pacientemente afuera del colegio si no hubiese sido golpeado por un auto sin frenos a las tres y diecisiete minutos (diecisiete minutos después de la hora de salida). El golpe del auto terminaría con la vida del único pariente vivo del joven Julián Zuleta.

Julián abandonaría sus estudios y ante la falta de apoyo por parte de su gobierno se vería obligado a residir en las calles, viviendo los días de cuenta de la misericordia de las demás personas y viviendo las noches de cuenta del descuido de las mismas.

A sus veintiún años Julián entraría a la casa de Celina con el fin de robar algún artículo de valor. Celina, a causa del robo, reconsiderará si el municipio de bello es un lugar apropiado para que su hija marta tenga su hogar. Tras pensarlo un poco Celina decidirá instalar a su hija en el municipio de Girardota, donde Marta conocerá a Juan, se casará con él y tendrá tres hijos. Los primeros dos de ellos normales, pero el tercero resultará ser uno de esos rayados que cree que le podría deber la vida al aleteo de una mariposa y escribirá un texto ridículamente complejo con el fin de compartir su idea con su grupo de literatura.

Por Sebastián Valencia
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