jueves, 6 de septiembre de 2012

HOJAS DE TALLER

En esta entrada compartimos con ustedes dos textos producidos en los talleres literarios. Han pasado por un proceso de corrección y helos aquí, como dos pedazos de piedra pulidos. Debemos decir entonces que tenemos aquí dos palabras esculpidas: David y Esteban.


El Doble, grabado de Sebastián Fund
[Colografía - Placa 50 x 40 cm.]


CUÁNTO VALE

         ¿Qué es lo que vale tu vida? pregunta el loco. Yo respondo: vale el odio y la oscuridad dentro de nuestros seres. Y él gritando dice: ¿y si vale el odio cuanto es que vale el odio? Yo sin titubear: vale lo que vale la mano del asesino, vale la acción de arrancar un corazón  y comérselo. ¿Y cómo sabes que vale eso? Pues es obvio, porque yo en sí no valgo ni un poco. ¿Cómo lo sabes? Porque fui pesado, medido y me han encontrado inservible. ¿Y quién lo ha hecho? No sé, sólo tú lo sabes. 
          Y callado se fue para su casa dejándome en esta oscuridad sentado y sin respuesta, gritando a los cielos, parado en una nada absoluta, pensando en lo que pudo ser o en lo que puede ser la vida de este pobre loco que ha sido abandonado, desechado y humillado por su misma existencia. Parado en  frente mío estoy yo, de la forma más asquerosa soy devorado por mí mismo.

David Ríos
Institución Educativa Emiliano García, 10. 




EL ÁMBAR

En una aldea muy lejana, había un hombre llamado Leónidas. Este hombre era un guerrero respetado por casi todos los hombres del lugar. Un día, en la aldea, se presentó una guerra contra la tierra prometida. Cuando Leónidas se fue a la guerra, se dio cuenta de que sus enemigos querían el más valioso tesoro de su pueblo: el Ámbar, una piedra hermosa que vale más de mil tesoros.
El guerrero luchó con constancia por su pueblo, y se dijo: “Debo luchar como inmortal”. Cuando su pueblo terminó la guerra, salió victorioso; entonces, sonó una melodía en la cabeza de Leónidas que le decía: “Rescata el Ámbar; apúrate, no queda mucho tiempo”. El hombre corrió en soledad, sin que nadie lo acompañara. Cuando llegó por el Ámbar, otra melodía decía: “Protege el Ámbar”. El hombre vivió su vida protegiéndolo, luchó hasta el final y murió con él, y este pasó de generación en generación en su familia y nunca se perdió. El pueblo nunca tuvo algo más poderoso que el Ámbar.

Juan Esteban Arias Correa
Institución Educativa Manuel José Sierra, 7-02  


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