sábado, 24 de agosto de 2013

Cuento de la semana

                
Imagen de un dromedario en Marruecos, tomada de: http://noroesteiberico.blogspot.com/2010/02/morocco-3-parte-valle-del-draa.html
                    
EL LEÓN Y EL DROMEDARIO


Cuento popular del Magreb
Recopilado por Jean Muzi


Un animal carnívoro hambriento no suele cumplir
con su promesa cuando siente hambre


Unos cazadores habían organizado una batida y estaban persiguiendo a un león. La bestia estaba agotada por no haber comido nada desde la mañana. A lo lejos pasaba un dromedario. El león decidió dirigirse hacia él.
—No temas —le dijo al verlo temblar—, sólo necesito un escondite para que no me encuentren los cazadores que me vienen persiguiendo.
El dromedario solicitó al rey de los animales que prometiera no devorarlo. Como éste último no tenía otra posibilidad, juró no hacerlo nunca. A cambio de ello, el dromedario le prestó su refugio. El león fue a esconderse allí y los cazadores, que le habían perdido la pista, daban vueltas y más vueltas. Pasaron varias veces al lado del dromedario y uno de ellos acabó por preguntarle:
—¿No habrás visto tú un león por aquí?
—De haberlo visto hubiese salido corriendo, pues no quiero que me devoren.
El dromedario dejó que los cazadores se alejaran, y después llamó al león.
—Ya puedes salir, tus enemigos se acaban de marchar.
El rey de los animales salió con cuidado de su escondite y fue hasta donde estaba su salvador para agradecérselo. Pero tenía tanta hambre que olvidó su promesa. El león se relamió frente al festín que tenía ante él, y el dromedario comprendió que estaba en peligro.
—No te acerques —dijo al león—. Recuerda que fui yo quien te salvó la vida y que prometiste no comerme jamás.
—Exacto, pero no hablaba de la joroba que llevas encima de tu lomo.
—Y sin embargo forma parte de mi cuerpo.
—¡Qué va! —le respondió el león.
—¡Pues claro que sí! —replicó el dromedario—, y para que te convenzas de ello, te propongo que se lo preguntemos a los demás animales. Si están de acuerdo contigo, y en ese caso solamente, podrás comerte mi joroba.
El león aceptó el trato y se pusieron en camino. Se toparon con un asno y le plantearon el problema.
—Las cargas que llevo sobre el lomo no forman parte de mi cuerpo —declaró el borrico—. ¿Por qué tendría que ser de otra manera para el dromedario?
—Ya ves que llevo razón —rugió el león.
—Consultemos a otro más —le suplicó el dromedario.
Tras despedirse del asno, se encontraron con un mono y lo interrogaron.
—Sólo llevo en mi lomo a mis pequeños, y ellos forman parte de mí. Ocurre lo mismo con el dromedario y con su joroba, que son todo uno.
—Este mono está diciendo cualquier cosa—afirmó el rey de los animales.
Poco después, un lobo quiso escucharlos.
Se lo pensó y dijo:
—Siempre debemos cumplir nuestra palabra si queremos ser respetados. Aquel que desea comerse una parte del dromedario parece haberlo olvidado y no se merece que lo respeten.
Consciente del riesgo que corría por sus palabras, el lobo salió huyendo. El león fue tras él, pero no pudo atraparlo. En cuanto al dromedario, aprovechó la ocasión para alejarse rápidamente de allí, y abandonó definitivamente la comarca.


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