Imagen de un dromedario en Marruecos, tomada de: http://noroesteiberico.blogspot.com/2010/02/morocco-3-parte-valle-del-draa.html |
EL
LEÓN Y EL DROMEDARIO
Cuento
popular del Magreb
Recopilado
por Jean Muzi
Un
animal carnívoro hambriento no suele cumplir
con
su promesa cuando siente hambre
Unos cazadores habían
organizado una batida y estaban persiguiendo a un león. La bestia estaba agotada
por no haber comido nada desde la mañana. A lo lejos pasaba un dromedario. El
león decidió dirigirse hacia él.
—No temas —le dijo al
verlo temblar—, sólo necesito un escondite para que no me encuentren los
cazadores que me vienen persiguiendo.
El dromedario solicitó al
rey de los animales que prometiera no devorarlo. Como éste último no tenía otra
posibilidad, juró no hacerlo nunca. A cambio de ello, el dromedario le prestó
su refugio. El león fue a esconderse allí y los cazadores, que le habían perdido
la pista, daban vueltas y más vueltas. Pasaron varias veces al lado del
dromedario y uno de ellos acabó por preguntarle:
—¿No habrás visto tú un
león por aquí?
—De haberlo visto hubiese
salido corriendo, pues no quiero que me devoren.
El dromedario dejó que
los cazadores se alejaran, y después llamó al león.
—Ya puedes salir, tus
enemigos se acaban de marchar.
El rey de los animales
salió con cuidado de su escondite y fue hasta donde estaba su salvador para
agradecérselo. Pero tenía tanta hambre que olvidó su promesa. El león se
relamió frente al festín que tenía ante él, y el dromedario comprendió que
estaba en peligro.
—No te acerques —dijo al
león—. Recuerda que fui yo quien te salvó la vida y que prometiste no comerme
jamás.
—Exacto, pero no hablaba
de la joroba que llevas encima de tu lomo.
—Y sin embargo forma
parte de mi cuerpo.
—¡Qué va! —le respondió
el león.
—¡Pues claro que sí!
—replicó el dromedario—, y para que te convenzas de ello, te propongo que se lo
preguntemos a los demás animales. Si están de acuerdo contigo, y en ese caso
solamente, podrás comerte mi joroba.
El león aceptó el trato y
se pusieron en camino. Se toparon con un asno y le plantearon el problema.
—Las cargas que llevo
sobre el lomo no forman parte de mi cuerpo —declaró el borrico—. ¿Por qué
tendría que ser de otra manera para el dromedario?
—Ya ves que llevo razón
—rugió el león.
—Consultemos a otro más
—le suplicó el dromedario.
Tras despedirse del asno,
se encontraron con un mono y lo interrogaron.
—Sólo llevo en mi lomo a
mis pequeños, y ellos forman parte de mí. Ocurre lo mismo con el dromedario y
con su joroba, que son todo uno.
—Este mono está diciendo
cualquier cosa—afirmó el rey de los animales.
Poco después, un lobo
quiso escucharlos.
Se lo pensó y dijo:
—Siempre debemos cumplir
nuestra palabra si queremos ser respetados. Aquel que desea comerse una parte
del dromedario parece haberlo olvidado y no se merece que lo respeten.
Consciente del riesgo que
corría por sus palabras, el lobo salió huyendo. El león fue tras él, pero no
pudo atraparlo. En cuanto al dromedario, aprovechó la ocasión para alejarse
rápidamente de allí, y abandonó definitivamente la comarca.
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