miércoles, 6 de agosto de 2014

CANTOS DEL AMOR LUJURIOSO - POEMAS DE JANDEY MARCEL SOLVIYERTE


Retrato realizado por Oswaldo Amaya
Jandey Marcel Solviyerte (Bello, 1974). Escritor y poeta. Estudió Historia, filosofía, teatro. Sus textos han sido reconocidos en diversos certámentes de literatura. En este 2014 fue ganador de las III Becas de Estímulo al talento Creativo en la modalidad de Crónica. A continuación presentamos una serie de poemas de su próximo libro de poemas: Príapica, Carmina Sensualis Amoris. Canto desbordante a la inmanencia del cuerpo y el placer al mejor estilo clásico y pagano.







PASIÓN DIVINA


Te preocupa, mozuela, mi dios viril y claro.
      Más a mí me preocupa tu dios turbio y obscuro
      que en medio de su pasión sólo permitió
      que le hendieran lanza y clavos.
      Si las pasiones juntas de nuestros dioses
      vivir quieres, posiciona meneando
      el orificio deleitoso y con los brazos
      en cruz espera el primer dardo.
      Poseo un fuerte martillo y un lascivo
      punzón de ocho pulgadas de largo.




EL CULTO ENHIESTO

                              
A Tiberio

A ningún antiguo dios Sumerio mi culto debo
    ni del Egipto tórrido fueron peregrinos mis pasos.
    De la Aqueménide estirpe jamás adoré el sagrado fuego
    ni en solitario cordero deposité mis pecados.
    No hay en mí vestigio de lo impasible de Shiva
    ni el Tao en su exactitud con mi carne armoniza
    y en la Nada de Buda no quise regocijarme.
    Del bravo Culto que en el Próximo Oriente se levanta
    no iré como su profeta directo a la montaña.
    Ni a los dioses de Aquiles, ni a los dioses de Héctor,
    (de cuya ancestral prosapia se remiten mis rasgos)
    rogué que me salvaran del mundo y sus encantos.
 Príapo soy, en tres piernas cabalgo sobre desiertos de pieles…
    ¡Las Parcas, devorando!




SOBRE CUESTIONES TEOLÓGICAS


Mi criada, buena para el lecho,
      a pesar de su cristiana alma,
      cuando a la guerra avanzo
      me grita desde la ventana:
      “Amo, la Virgen lo acompañe.”
      Si no fuera porque en su trasero
      se caldea el infierno, no permitiera
      yo en su lenguaje el cielo.
“Ilusa -exclamo- no entiendes,
-mientras hacia lo alto el arma elevo-
      si la virgen me acompañara
      dejaría de serlo.”


CANCIÓN POPULAR


Cierta vez un libertino
   al confesionario entró
   y con ritmo presuroso
   sus pecados liberó.

El siervo de Dios, tras las rejillas,
   escuchó bestial versión
   de orgías, violaciones,
   de ella y él, de vos y yo.

Salió el monje de su celda
   y a la otra ingresó:
   “Tenéis en el cuerpo al diablo
   y en el falo la tentación;
   poseo aquí una celeste urna,
   guardaré la infecta porción,
   después de unos minutos,
   sana y santa devolución.”

Tras haber dicho esta frase
   se volteó el siervo de Dios,
   ligera túnica a la espalda,
   al libertino miró:
   “Hágale, pues, salvaje,
    esta es su salvación.”
Portada

   

PAISAJE BUCÓLICO


“¿Por qué de mí te ríes, di?” Pregunté a la paloma.
         Ésta, al volar, me sentenció la respuesta:
        “De nada sirve, Erguido, que entre flores
         e insectos tus versos de Amor compongas.
         Moralina, la que tu seso trueca, sin saber escribir
         ha llegado a la esencia; tan sólo ahora, en el río,
         la escuché susurrar los más hermosos versos
         surgidos de una humana boca; en el acto
         un joven soldado estratégicamente ubicado
         asaltaba su cuerpo, con la lanza ensayaba
         sus técnicas y fuerzas.”


EN LA PIEL, TALLADOS…


En la piel, tallados, los mitos antiguos están.
      Nada en ella es olvido, todo es leyenda.


A DIFERENCIA TUYA


Criticas, Prudencio Casto,
mis Cantos del Amor Lujurioso.
Que por lo impúdico de mi vida -dices-,
es por lo cual me han abandonado los dioses.
No olvides, tórpido, que soy Príapo y Baco.
Fama y virilidad mías van en línea ascendente;
y por la de esos versos, delicadeza suma,
y a diferencia tuya, jamás me abandonarán las diosas.



ARTE POÉTICA

                               Para Oléuma Fusca

Entre muchachas tiernas siendo casi un niño
leí a Anacreonte. Catulo y Marcial señalándome
el camino mi juventud íntegra pervirtieron.
Por gracia de unos cantos populares del siglo primero
de esta era inculta que rechaza el cuerpo,
conocí en pleno ejercicio el Culto Enhiesto.                                                    
Con mi más amada muchacha recité de memoria
a Amaru, tranquilo. En la cima de mis facultades
mis versos de Amor compongo entre flores e insectos.
Los más lascivos y húmedos, te los diré al oído, en secreto.


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